Este bonito cardo azul no es un cardo. En realidad es una planta umbelífera de la familia de las zanahorias. Pero con sus gruesas y espinosas hojas, imita a los verdaderos cardos. Y como todo lo que pica suele considerarse detestable, los humanos tienden a arrancarlo y erradicarlo. El resultado es que en Bretaña está empezando a desaparecer. No sólo añade un toque de suave azul violáceo al paisaje marítimo aquí y allá en verano, sino que también es muy útil.
Una notable adaptación
Siempre se encuentra junto al mar. El pánicum marítimo se ha adaptado completamente a crecer en arenas saladas, a soportar una larga sequía, a disuadir a los animales de pastar en él y a soportar fuertes tormentas.
Desarrolla una raíz pivotante profunda en el suelo que la ancla firmemente y fija la duna. Gracias a esta raíz, a veces de 2 a 3 metros de largo, encuentra en profundidad el agua necesaria para su supervivencia. Esta raíz fue consumida durante siglos por los marineros para evitar el escorbuto, lo cual es una de las razones de su rareza.
Cuando se marchita y se seca, probablemente para imitar los arbustos ondulantes de los westerns, también rueda en las dunas bajo la acción del viento y así vuelve a sembrar sus pequeñas semillas.
Con sus gruesas hojas, detiene los granos de arena que quisieran despegar, arrastrados por las ráfagas. Pero, obviamente, no es con un ejemplar de aquí o de allá que puede detener el movimiento de las dunas. Sólo es eficaz en grandes cantidades y es precisamente cuando crece en colonias lo que desanima al playero descalzo. Reflexionando, para proteger la duna, es mejor ver muchos pequeños cardos azules que una valla o alambre de espino.
Es tan bonito así, calentito en la playa, que no queremos romperlo para hacer un ramo de flores secas o un ramo de recuerdo.
Esto sería vandalismo turístico.
